viernes, 26 de febrero de 2016

Si fuera de alguna parte podría viajar.


Si yo fuera de alguna parte podría viajar. 


***


CONDENADO a ser una isla de mí

solo puedo ser en este lugar

solo estoy sin ir

solo soy

solo

.


viernes, 15 de enero de 2016

FROSTY MORNING BLUES (las espadas al cinto de los párpados)

                       
Ha venido Bessie a despertarme. No sé ni qué hora era (ya había amanecido, pero seguía haciendo frío).

Se ha sentado en la cama, y el peso de sus caderas, al hundir el colchón, me ha hecho rodar hasta su espalda. Estaba caliente, me acurruqué en la cueva de su espalda y seguí durmiendo; juraría que cantaba Frosty Morning Blues, pero no puedo asegurarlo porque cuando ella canta sus penas más verdaderas las confundo con alegrías. Decía algo como:

Cuando yo era joven y hermosa, pequeño, igual de radiante que el siglo, me enamoré perdi (busca) damente de un hombre como tú. Tenía tu misma mirada y llevaba las espadas siempre al cinto de los párpados, como tú. Pero era más fuerte, y más listo, y sabía cosas que aún tú no puedes ni imaginar sobre las mujeres y los hombres. Sobre el tiempo. Sobre la vida. Sobre estar despierto...

aunque yo Ya me había vuelto a dormir. Duermo fatal cuando me paso el día durmiendo.

al despertar Ella seguía en mi habitación. Me miraba a la cara como quien mira por la ventana esperando algo. Yo también esperaba mucho más de mí, le digo estirándome. Ella se ríe. Se ríe tranquilamente, pero con ganas. Bessie, haz el favor de no reírte de mí. Luego me ayuda a levantarme, a vestirme, a ponerme la misma ropa para ir a los mismos sitios. A peinarme la misma cabeza y lavarme la misma mirada. A empezar de nuevo, desde cero. Je reparas a zero... Je reparas a zero... Edith ha entrado silenciosa y me abrocha los zapatos, Bessie le sonríe y me abrocha la camisa, creo que Bob va a venir a afeitarme hoy... Sí es así podré volver a salir a la calle, a la misma calle, con los mismos pies, a las misma gente.

En Isla Mundo las mañanas son para acostarse. Añoro la Isla; desterrado en el continente vacío. Aquí los habitantes no me entienden; y hace un tiempo que me cortaron las manos del lenguaje de signos de lo vulgar. Por ladrón. Bessie, ¿qué miras? ¿de qué te ríes? Cierra la puerta, tengo frío... ¿dónde quieres que vaya?

domingo, 8 de junio de 2014

28 de mayo. Luna nueva.

Las olas traen y llevan mi cabeza decapitada. Debo estar tragando sal. Ya lo hacía cuando la tenía pegada al cuerpo.
El cuerpo, decapitado, semi___enterrado en la arena de la playa.
El viento, encabritado, haciendo castillos en él
con mi piel y su arena. Putas canciones de verano. Hundirían tres Titanes.

Las hormigas recorriendo los caminos de conchas y de sangre. Surcos de coral. Un palacio de barro y músculo. Firme y inerte. Sí, y inerte.

Mientras mi cabeza sigue a la deriva. Yendo y viniendo sobre las olas. Llenándose de las ideas del mar. Pensamientos desmembrados. Sal en las neuronas. Sol en los ojos. Abiertos. Cerrados. Resaca. Marea.

En cualquier caso. Partido en dos. He regresado a mi isla. Por fin. Aquí puedo estar tranquilo. En dos. Tranquilo. Solo. Sin números de mierda. Sin canciones del verano.

Cuando me canse de jugar me recompondré OTRA VEZ y volveré a caminar por la orilla. Porque aquí hago lo que quiero. Saco el hacha y no me corto. Esto esto es un juego de palabras; algo sangriento.

Destrozado de vida real ::: siempre es todo mentira. Las guillotinas cortan cabezas nunca ideas.

Y esto es todo idea; qué importa que las más divertidas no estén siempre sobre los hombros. Los hombros solo sirven para encogerse, para llevar loros y para que salga pelo. Pero si son de mujer...
... ¡Oh! El maldito dragón tragón, dios Maya, ¡vaya! ...





-  ¿Y qué saben ellos de ti para preocuparte tanto? - Me dice la serpiente al oído (yo creo que me está comiendo la cabeza) -- ¿Qué saben ellos de Faulkner para que le dediques tanto tiempo? ¿De los ocasos en el depósito? ¿De mí?

En verdad lleva razón la bicha.

- ¿Voy a darte un consejo?

- Pensaba que ibas a darme bocado.
- Eso también.

- Muérdeme primero. He oído hablar bien de tu veneno.

- Yo mato por constricción. Lo de comer es cosa de vicio. Y ahora cállate y escucha lo que tengo que decirte.

- No podría dejar de escucharte. Tengo la oreja literalmente dentro de tu garganta.

- Cuando te decapite. Te separe de tu parte capital. Y te arroje al suelo dividido en dos.

- Abreviando que se me caen las piernas.

- Cuando todo eso pase tendrás tiempo de pensar de dos formas distintas. Por un lado el corazón y por otro la cabeza. No es lo mismo. Me he comido a muchos cirujanos. Créeme. Lo dicen, pero no es lo mismo. Hay un cerebro dentro de ventrículo derecho y un corazón enterrado en la corteza cerebral. Pueden razonar independientemente...

- Pendo de un pellejo... No estoy en condiciones de llevarte la contraria... Acorta (más)

- Cuando caigas piensa que hay dos mitades en el mundo, dos mitades, dos mitades para todo. El mérito no es saber separarlas. No es dividirlas y analizarlas, pues eso sólo podemos hacerlo divinidades como yo. El verdadero éxito para ti es poder conciliar ambas lados, reconstruir las dos caras del muro. Saber hacer uno de dos hará que no necesites nunca ningún otro número más. 

- ¡Me caigo en dos!

- Cuando lo hagas, y razones, ¡recomponte!

- ¿Cuál es tu nombre?

- ¡RECOMPONTE!

- ¿Pero cuál es tu nombre?

- Ahora me llaman Quetzalcoatl. Pero tú puedes llamarme Enrique. Pero caes. 
  Callas. 
              ¿Ya razonas?




Las olas traen y llevan mi cabeza decapitada. Debo estar tragando sal... ¿Cómo he llegado hasta aquí partido en dos pedazos?




sábado, 31 de agosto de 2013

VANDUENDO

El tiempo no existe en Isla Mundo.

No sé cuánto tiempo llevo fuera; no sé cuánto tiempo estuve dentro.

O nadando en círculos, a veces como Tarzán, a veces como una señorita en una película del Oeste, un perrillo de aguas... Vueltas y más vuelta, esperando a que se fueran los turistas. A que se descargaran sus cámaras, a que terminara la ópera como Groucho en el coche de caballo, como un papel arrastrado por el viento en un parque.

No sé cuánto tiempo estuve en otra parte; desconozco quién se habrá acordado de mí. Acá, en la isla.
He encontrado mensajes en el contestador automático de la arena de la playa. Alguien los escribió con un palo en forma de Y griega. Tan hermosos que las olas los han respetado han saltado por encima. Un bañista seco en la orilla. Un bañista mojado en el bar.

En el Bar de los Muertos, dónde todas las noches acudo a terminar copas que en el algún tiempo y lugar me dejé a medio terminar. Conversaciones empezadas. Historias iniciadas. Todo lo que empezó y tiene que acabar tiene cabida en el Bar de los Muertos. Hoy tocan algunos Ramones. Me han prestado una guitarra para que la destroce; y por algún motivo he pensado en guardarla para que un amigo me toque una canción escrita por los dos. Luego habrá tiempo de partir el mástil en la cabeza metafórica del primer hijo de perra que me venga a decir que el tiempo se acabó. Que no habrá más tazas de plata para el licor amarillo; que el campo tiene puertas y las puertas cancerberos.

Un perrillo de aguas; mojado y vulnerable. Un pedazo de carne con pelo y parásitos. Un animal desorientado. Unos ojos casi humanos. Muchos humanos casi bestias. Un día o un año en las aceras, oliendo zapatos extraños. Y ahora estoy aquí. A salvo. Tranquilo. Apaleado y feliz. Sonriente, como sonríen los perros y los hombres tímidos: con la mirada, con las manos agitadas, con un leve movimiento de cadera. Un pobre perro abandonado, que fue mascota y fue vanduendo. Y ahora es perro principal, personaje de la historia, animal entrañable, pieza colocada y libre. Y libre.

Llevo mucho tiempo nadando en círculo. Quizás toda la vida. Es necesario para seguir... para seguir intentando... para seguir intentando hacer real... para seguir intentando hacer real la fantasía de ser... para seguir siendo libre.

Temblando.



sábado, 23 de junio de 2012

Tres coles, tres alcachofas y tres hermosas cebollas.



A veces pienso que todos los escritores = de todos los tiempos = han pasado por Isla Mundo.
Están pasando.
A veces pienso que no tengo que nada ver. Que son sólo páginas, que todo lo que escribo y  todo lo que leo, son sólo páginas, hojas sueltas, páginas y más páginas en los bolsillos de un gigante que camina decidido hacia ninguna parte sin saber el camino de vuelta.


jueves, 14 de junio de 2012

La palabra nueva en IM




Dinero. Negocio. Crisis. Banca. Intereses.

¿Cuál de esas conchas se come?

El mar me arrima ánimos y olores. Las olas azules vienen a mis pies como niños ateridos buscando fuego.

Hoy he aprendido una palabra nueva. Y he estado dándome golpes contra el tronco de una palmera porque era tan bonita que quería olvidarla y así poder aprenderla mañana otra vez.
Ahora me duele la cabeza. Pero no he conseguido olvidar la palabra.
He recurrido a otros métodos menos refinados. La amnesia es uno de mis puntos débiles más fuertes.
Pero no puedo olvidar la palabra.
No puedo olvidar que he venido aquí a escribir.
No puedo olvidar que mañana olvidaré algo importante.

Hoy he aprendido una palabra bonita. Quería borrarla de mi memoria. A golpes, con pastillas, sin dormir.
Tantos, tantas, tanto, que ahora solo recuerdo esa palabra. Y con las demás apenas si me da para seguir.

Hoy he aprend... Hoy...


 Futuro.


jueves, 7 de junio de 2012

Un poco de orgullo y rumbo.


Llego a la isla después de mucho tiempo y la encuentro como a mí me gusta. Abandonada.


Enrique toca la guitarra en el bar de los muertos; lo miro y me vuelve la espalda. Le da un poco de vergüenza estar allí.

Me siento en la barra y espero durante horas que alguien me sirva una copa. Pero no hay nadie detrás de la barra, el camarero está leyendo a Chester Himes en una mecedora desvencijada. Me mira y me dice que me ponga lo que quiera, que invita la casa y las casas no tienen bolsillos. No sé muy bien qué quiere decir con eso. Ni lo que estoy poniendo dentro de mi copa. Todo menos ron. Valiente pirata al que no le gusta el ron.

- Una de piratas… - Me comenta alguien acodado en la barra, un tipo en el que no había reparado, uno que estropea una servilleta envolviendo una y otra vez sus dedos temblorosos. Doblándola por mil partes. Hay gente que convierte sus nervios en movimiento. Y moldean los objetos que caen en sus manos como plastilina neuronal… - Eh, tú, ¿me estás escuchando? ¿Quieres que te cuente una de piratas?


- No le contesto. Este guión sobra. No le contesto. Agito el combinado en mi copa con una pajita de color rosa. Los hielos y el cristal arreglan un poco el color poco apropiado de mi bebida. He puesto de todos menos ron y menta. Lo miro por encima de la tapia que he intentado levantar entre él y yo. Y me temo que será inevitable escuchar su historia. Pienso si debo contestar algo, negar con la cabeza, o irme sin más. - Esta noche no, bucanero. – Niego con la cabeza, he intento marcharme. Pero el borracho me coge del brazo aunque apenas puede apretar. Ignoro si su puño debilitado por el alcoholismo, sus dedos blandos como un guante de látex lleno de ginebra, su escasa fuerza, sus ojos ensangrentados brillando como si sus pupilas hubiesen estallado, la comisura de sus labios emanando lágrimas de palabras farfulladas a nadie. Ignoro cúal es el motivo y por qué: mas siento lástima de un fantasma y me conmuevo; eso que pasa cuando te quedas paralizado y todo se tambalea en tu interior.

- Había una vez… - comienza a hablar y ahora me niego a decir cómo era su aliento porque todos los novelistas malos lo harían. Porque es un recurso barato de esos que escriben con adjetivos cosidos a los sujetos de fábrica. No sé cómo es su aliento. Ni creo que a nadie le importe. Sólo sé que hay algo de verdad haciendo cabriolas en su voz trapajosa. – Había una vez un niño pobre que nació capitán de barco en mitad del desierto. No tenía nada más que su orgullo y un rumbo. Mas era tal su altivez, tal su osadía y tan claras sus ideas, que logró que su padre le regalará un timón que hizo con sus propias manos. Y no paró ahí su obsesión. Pues era tal su empuje que consiguió que su madre también le cosiera unas velas, que sus amigos le fabricasen un barco. Sin detenerse ante nada ni nadie. Así era él, y era tal su carácter que forzó a los ricos y poderosos de varias leguas a la redonda a que le financiaran una pequeña primera expedición. Finalmente, era tal su belleza, tal su hombría, tal su valentía y arrojo que todo el poblado quiso ser su tripulación. Hombres y mujeres querían embarcarse con él, ¡a donde fuese! ¡como fuera! 

Y cuando por fin tenía un timón, velas, barco, empresa y tripulación. Cuando no había marinero en el mundo más apuesto, ni más fuerte, ni más arrogante, ni más honrado que él sujetando firmemente aquella tosca madera que le construyó su progenitor, con sus propias manos y que fue algo más que su primer juguete. Cuando comprobó que todo estaba listo para que su fabulosa embarcación surcara inexpugnables mares, anclara en islas remotas, tierras aún no descubiertas, costas inéditas, paisajes llenos de aventura, de animales exóticos y riquezas… - En este punto, cuando yo ya empiezo a bostezar, el hombrecillo baja la mirada al suelo y por ellos se derraman dos litros de puro alcohol y dolor. O tal vez se haya orinado. Y sigue hablando.

Sólo entonces, – continúa – cuando todo estaba listo para marchar, aquel joven y hermoso marino, bajó la mirada, fija durante años en el infinito horizonte azul, y se dio cuenta de que su cuerpo seguía desnudo, tan desnudo e inocente como el mismo día en que nació. Que no tenía nada  en la vida más que aquel barco que para colmo de desdichas, estaba encallado en mitad del desierto, a miles de kilómetros del puerto más cercano. Fue entonces cuando miró a su familia desolado, que lo despedía desde tierra con los ojos empapados diciéndole adiós con las manos endurecidas de construir quillas y lijar la borda. Fue entonces cuando vio a sus marineros, que permanecían fijos en sus puestos, como estatuas de ilusión prestas a cobrar vida, con las miradas cándidas puestas en los ojos de su patrón, esperando una orden, ilusionados. Fue entonces, y sólo entonces, cuando sintió miedo por primera vez en su vida.  

- Y ahora me vas a decir que el barco al final navegó, ¿verdad, viejo? Se me calienta la bebida. Abrevia.

- … ¿Qué sabrás tú de tomar decisiones? El capitán de las arenas supo que no había marcha atrás, levantó un brazo, ordenó levar anclas, desplegar las velas amarillas como el sol. Convirrtió la hebra de temor que le recorría el espinazo en una mecha que se apagó justo en su boca llena de pólvora y su voz estalló:  ZARPAMOS.  Y el barco, aquel cascarón endeble construido por gente humilde que jamás había visto el mar, milagrosamente zarpó. Comenzó a moverse muy lentamente, aún crujiendo todas sus maderos, aún cimbreando su torpe diseño de mperfecto acabado, arañó las dunas como si fuesen manteca,  y después continúo atravesando el desierto, cada vez más rápido, hasta que llegó al mar y recorrió todos los océanos conocidos y por conocer durante años de gloria y fortuna.
- Bonita historia para que fuese cierta… O quizás me guste más siendo mentira ¿Puedo marcharme ya? Quisiera disfrutar de mi trago en la terraza, a solas si es posible.  

- Es verdad lo que te cuento, muchacho. Hay que pretender algo para ser tan pretensioso.

- Sí, claro. Y esto es un blog. Venga ya, abre paso.

- Tienes que creerme. Has de creerme

- ¿Por qué tendría que hacerlo, viejo chiflado?

- Porque aquel capitán era yo. – Esto tiene gracia. Realmente no me lo esperaba. Está peor de lo que pensaba. No puedo evitar soltar una carcajada. No puedo negar que el tipo tiene arte contando historias; cierta gracia; pero la comparación del protagonista que yo había imaginado escuchándolo contrasta demasiado con el pobre hombre encogido que hay frente sujetándose a la barra para no caerse.

- Y si fuiste todo eso, si surcaste los siete mares, y eras alto, fuerte y guapo. Si lograste hacer que te construyeran un barco y que éste atravesara el desierto sólo con tu voluntad y tu coraje, si te llenaste los bolsillos de tesoros y la boca de épicos viajes ¿Por qué te ves así ahora, carcamal idiota, por qué eres un desgraciado suplicando tragos de prestado y temblando todo el día como una flor que naide riega? – El viejo baja la vista avergonzado. Se mira las manos y los pies. Todo le tiembla. Y por último contesta fijando su mirada en el horizonte infinito de la ventana.

- Porque echo de menos la arena del desierto y tener un hijo al que construirle un timón con mis propias manos. Por eso, joven estúpido.

Y ahora no sé qué hacer. De nuevo me sacuden. Aquí también. Desde luego no voy a desperdiciar la copa. Me la tomo de un solo trago. Entro detrás de la barra y preparo otras dos. Una para el Capitán del Desierto y otra para mí. No es una palmera, pero… Agarró un butacón igual de destrozado que el del tabernero y me siento a su lado. Éste me mira por encima de su ejemplar de “Si grita, déjalo ir” y no me presta más atención. Incluso intuyo que le molesta mi presencia, Rebusco en su revistero algo para leer, hay un viejo periódico del 26 de diciembre 1836, comienzo a leer al azar: YO Y MI CRIADO. El número 24 me es fatal…

Cuando alzo la vista veo al Capitán, que ahora está fabricando dunas con las servilletas. Una sonrisa infantil devuelve la humanidad a su rostro y a mí alma. Mientras no entre el viento pasaremos la noche así, en silencio, los tres; felices en cierto modo; tranquilos; bebiendo; leyendo; soñando.



De fondo Enrique acaricia en su guitarra las notas de La Negra Flor. Me levanto y cierro todas las ventanas.





martes, 24 de abril de 2012

O ALGO ASÍ


Traje de bucear.
1000 metros bajo el mar.
Caída al abismo.
Agujero negro de barro.
10.000 metros bajo el lodo.
Y bajando.
Todo oscuro. Los oídos taponados.
La presión revienta mis órganos vitales.
100.000 metros bajo mi cuerpo.
Lo que queda de mí sigue profundizando.
Visión aniquilada. Ni hay hay azules, ni hay ojos, ni hay nada.
Un millón de metros bajo la vida.
Mi alma sigue descendiendo.
La planta de los pies del corazón.
[ Entiéndase como metáfora; el verdadero corazón estalló como  una bomba silenciosa de sangre y metralla de carne, en medio del agua, big bam rojo, 
muchos, muchos metros atrás. Sin poder aguantar la presión. 

Las plantas del pie del corazón tocan por fin el fondo del mar
Es un suelo resbaladizo; fangoso; blando para que jueguen los niños.
La sensación es agradable. La profundidad insoportable para cualquier atisbo de vida común.
Me zarandeo como un espíritu de algas - algo así- .
Los peces pasan rozando mis sentimientos más sublimes;
y son feos, casi monstruosos. ¿Lo son porque están vivos?
La pregunta me hace hombre, la pregunta se clava en el corcho del anzuelo, apunto estoy de salir a flote.
No quiero.
No puedo.
Soy un alga en el fondo del mar. Hay figuras mitológicas con gafas de sol y coches descapotables.
De paso.
Soy nada en el fondo del mar. Un pequeño movimiento producido por la corriente marina,
una imperceptible agitación en las hojas de mis dedos ---  siempre hojas, siempre mis dedos.
Soy un alga a 100.000 kilómetros de la superficie.
He dejado mi cuerpo colgado en el armario de la profundidad.
He tocado fondo.
He descalzado mi ser.
He mirado hacia abajo.
No veo nada.
No soy nada.
Un alga. Un alga pequeñita golpeada por toda la furia del mar. Y sin embargo, a salvo.
O algo así.


    

lunes, 9 de abril de 2012

Adivina con quién me encontré



En ocasiones, el oleaje deja varadas en la arena de la playa criaturas exóticas; fuera de toda realidad. 
Seres legendarios que en los lugares más recónditos se encuentran y se reconocen.  Como planetas fuera de su esfera, como órbitas que no se deberían cruzar. Ojos azules de hada, y alas batiéndose fuera de la red. El centauro parece un hombre detrás de la valla, a veces lo llaman Hipólito.
Si por medio del azar hay un espejo y una poetisa polaca; la casualidad deberá ser doble, triple, y hasta óctuple. Calidoscópica, al fin. 

Te dejas las barba hasta las rodillas. Y te sientas a mirar al mar.
Mientras tu otro yo juega con cámaras y luces a ser cosas distintas; haciendo alambres por la realidad, mordiendo en equilibrio la barra de un bar, caminando con las eses en las uves, defendido en las bes, las erres y las aes.
Y tu yo verdadero no se mueve ni un ápice, ni deja tu pupila verdadera de clavarse imantada al horizonte (y te hablan, y te hablan...); quieta, detenida, raptada, secuestrada por la belleza de un punto: de un solo punto incierto de la lejanía. Allá donde las miradas perdidas se cruzan dedicándose a coser el cielo y la tierra, con puntadas pequeñas, con hilos de vida / retales de eternidad. Qué tontería tan grande, un retal de eternidad. Qué estupidez.

Te dejas caer sentado en la arena. Y abres las piernas, los brazos y los pies. Y te ríes. Porque nadie te ve caerte de culo. Y te ríes hondo más de tu propia torpeza, de la torpeza de ser un hombre en este mundo. De la continúa equivocación que supone el sentir. De la infinita necedad de tratar de comprender, ¿por qué el cancrejo es naranja, por qué quema la arena, por qué brilla la sal, por qué con diez dedos queremos contar más de diez, por qué con un solo corazón queremos bombear el valle entero?
Te ríes, casi llorando, de lo lejos que estás (y te hablan, y te hablan...) y lo pronto que llegas a ese lugar dónde está todo el mundo. Donde está todo el mundo sin estar.
Y entonces la risa se convierte en carcajada porque te das cuenta de que todo el mundo se deja crecer la barba y se sienta a mirar al mar. Y espera, y sigue esperando siendo otro (al que le hablas, y le hablas...), a que llegue el momento de levantarse y echar de una puñetera vez a andar.

Y un domingo cualquiera, mientras afeitas tus barbas,  

... el azar te mira profundamente a los ojos.* 

Y te quedas con las ganas de darle las gracias por haberte presentado a Wislawa Szymborska *. Y de decir que no sabías que tenía los ojos azules; los ojos tan azules de hada.      






 

viernes, 22 de abril de 2011

Desoriente


Añadir leyenda


Ojalá que queden libros  a los que quitar el polvo.

Suena tenue el rumor del mar. Es una mañana tranquila y los árboles, con sus delgadas sombras, lamen las heridas que la lluvia ha dejado en la tierra. Hay hojas mojadas enredadas frescas en mis pies desnudos, y sangre. Hay una extraña calma que congela el paisaje destrozado, es la fotografía de la tempestad que la brisa y la sal están revelando hoy ante mis ojos rasgados. Y hay piedras donde antes había casas, y hay mar donde antes había gente, y hay tejados donde nadaban los peces. Y ácido, ácido y mascarillas en todas partes.

Estoy fuera de Isla Mundo y tengo un círculo rojo rajado en el pecho.

La tierra no siempre pare ratones. A veces son sólo dientes. No todas las islas son invulnerables, o ninguna lo es. El temblor en las manos frías de una madre recogiendo a su hijo de entre los escombros podría derruir diez mundos como éste. Pero no siempre es así, no siempre lo vemos. Hay que ponerle nombre a las escalas, y caras al dolor. Así funciona. No existe lo que no es 2, ni 1, ni 0. No duele lo que no es tú y yo.

Camino entre las ruinas con los suecos de madera en la mano. Ni reconozco, ni me reconozco. Soy cualquiera de los que buscan igual que yo, uno de esos que andan  a mi lado, desorientados, cualquiera de los que con los brazos en cruz, y las manos abiertas, tratan de recolectar respuestas en las redes invisibles que tejen sus dedos crispados. Mala pesca en el mar de la devastación.


martes, 22 de marzo de 2011

Buscando una frase pequeña que quepa en muchas bocas.



Flores de Isla Mundo. Cariños.

He dejado tantas cartas a medias que he empezado a dudar no me falte un brazo.

No sé si esta frase está correctamente construida; el cemento de mi texto contiene agua envenenada de libertades. Licencias; como cuando bebes agua en los arroyos de Isla Mundo con las manos. Apuesto 1 contra 100 a que no hay vajilla más hermosa. / que la imperfecta concavidad de tus dedos. / dejando escapar todo lo que no es sed.

Porque no todo se puede atrapar en una taza de café. (Dejando escapar todo lo que no es sed. Dejando resbalar todo lo que no es deseo:deseo de tus labios en la palma de la mano, manitas limpias de todo lo que es tec-tec-tec-tec-nología. Hay oro en el lago de las lineas de piel. Se reflejan tus dientes blancos y la garganta mojada, como fruta y pan.

[[[[[[[[[[[[[[[[[[[[[[[[[[[[[[[[ Hay días en que te apetece decirle eso al mundo - fruta y pan- QUE no todo es tec-tec, ni todo es dinero (ni mucho menos aquí y ahora todo es dinero),  no todo es coche, ni todo es levantarse por la mañana para acostarse de noche, no todo es tu grupo favorito arráncando briznas de ti, pedazos de lo que fuiste, trizas de lo que cada vez te cuesta más confesarte, querías ser. No todo es la cuneta y restricción, no todo es hablar de los zapatos y de los pies. Ni todo es convencer. Hay algo más. Todos sabemos que lo hay. Hay algo más: en el preciso instante de batir por última vez las alas (el insecto de alas de sevilleta de bar) antes de impactar contra tu parabrisas dejo algo escrito en el aire. Una firma que sólo viste tú. Cógela. Léela. Hay algo más. Piénsalo cuando te hablen de todo lo que no quisieras hablar [hoy] tú. ]]]]]]]]]]]]]]]]]]]]]]]]]]]]]]]


 Hace días que la selva esconde ruidos en sus bolsillos de hierba. Yo la recorro en silencio, utilizo el machete en los semáforos y en las señales, me quedo sólo entre las multitudes, blandiendo el sable afilado de pensamientos absurdos, mirada que atraviesa a los transehuntes de dos en dos, me defiendo y me hiero fiero únicamente yo.  Ya sólo queda lo verde y mi camino

El sendero que atraviesa mi tierra es tan estrecho que tendremos que pasar abrazados. El lector tendrá que explicarme lo que se ve al otro lado.

Llevo tiempo paseando sólo por Isla Mundo, encendiendo velas de madrugada y descorchando tapones de las bocas de los escritores que una vez abiertos, hablan, hablan, y vierten liquido negro sin parar, con formas, conformes. No hay nada que les guste más. Y yo les quiero, y les admiro. Y les dejo entrar en mi cama, y esconderse en mis cajones, revolverme las frases y robarme las ideas mil años antes de que yo nazca. Es un feo hurto; eso de robarle a 1 el verso antes de que 1 lo componga. Es un manía de los genios: que no son más que eso: ¡y eso es tanto!: Ladrones de ideas venideras. ¡Yo os perdono, o lo haré cuándo robe yo mi frase también! ·Una corta que quepa en muchas bocas·.

 Y vienen a mi terraza, los escritores, los pensadores, esos hombres que vivieron, esas obras que viven, y me entregan sus palabras cuajadas de sol; del suyo de papel, de oriente y occidente, de Júpiter, de Dios, de quién sabe qué tarde en que confín de la Rusia, de la America, de Guadalcázar, del mundo. Del mío, ese sol que quema, el de verdad (qué risa), arriba en la azotea. Porque yo también soy lector. Y también atravieso caminos estrechos asido a la cintura de gente que escribe puentes de cuerdas y espera vanidosa que le cuentes al oído lo que ves a tu alrededor.

Vanidoso: Helado de nata muy muy grande. Siempre derretido.

Una frase corta que quepa en muchas bocas. Pues SIGO. Dos o tres comas, colas de caballos enanos que corran de una palabra a otra llevando la noticia de su significado. Un acento bien puesto para que nadie me tilde de irrepestuoso, y otros dos al azar para no ser tan perfecto como el fuego que necesita arder para ser bello. Una frase corta que haga reír y después pensar y después reír y después acordarse de otros tres millones de frases mejores. Una frase ingeniosa e hidalga. Una doña frase sin dueño. Una frase que dispare un punto final como una traca. Una frase de hermosa caligrafía (que naturalmente no será la mía). Una frase en cualquier idioma que quepa en muchas bocas. Una frase que... una que... una... una que nunca empiece...












... quizás así nunca termine.








sábado, 19 de febrero de 2011

Afluentes de Isla Mundo (imposible detener el desfile)


Hay dos caminos. Por uno la realidad, la lógica y tú.

Por otro, de papel albal, navegan (:)

Los patos de cerámica que graznan a lo G.Marx,
Canicas celestes, ruedas ligeras, astrillos de cristal.
Ojos de gigante, que vigilan por delante.
Coral de enanos, que cantan y saltan por detrás.
Los árboles cruzan la rivera, de ribera a ribera,
sus ramas se entrelazan, secular pelea de madera,
todos quieran dar sombra a los navegantes.
Ser puente de aire.

Ajeno Saki, sentado a la orilla,
pesca cadáveres exquisitos,
dejando paso entre sus brillantes anzuelos
a Errol Flynn que nada rodeado de peces con bigote.
Galdós cabalga a cuestas del lomo de Napoleón,
mientras le clava espuelas sin punta, con tinta.
Le siguen un ejercito de desertores
que buscan bañistas desnudas,
escondidos tras los matorrales. 
Y el frescor del reposo, en los verdores. 
Él, Benito, sabe que no hay bando sin tela.
Ni bandera que cubra el horror de una guerra.

Huckleberry Finn espera,
se llena el bolsillo de hierba,
y la balsa de negros,
tantos que hacen de noche el cielo,
estrellas de jazz en los ojos rojos, constelación dental.
Soplidos y silbidos, prodigiosos.
Manantial de música, ebullición eléctrica, manifestación divina. 

Tres rusos, remangados de pantalones,
se quitan el sombrero para saludar,
distraídos, varados en la corriente de la revuelta,
se preguntan por la vida y por la muerta,
por las debilidades del hombre, por las costuras de la nueva novela.
Mientras se mojan sus barbas,
enmarañadas de nenúfares,
con el agua de los tiempos,
sin darse cuenta.
Todos conducen a Isla Mundo.
Todos señalan su afluente.

Desfile de imágenes, ¡a la corriente! ¡a la corriente!
Hay un portalibros con banderas de papel, ¡apunten!
Y un submarino que escupe tinta como calamar,
cargado de personajes, pluma gigante de acero,
escotillas de plata,
entrañas líquidas,
fluido mágico,
hollín viajero.
Navega el subazulmarino el río de papel albal,
afluente de Isla Mundo,
¿ves a los actores que serán,
asomarse a los ojos de buey,
mamar las ubres galácticas?
Te saludan con sueños, recuerdos y visiones,
arremolinados en la yema de cubierta,
indagan el horizonte de óvulos;
las historias misteriosas, 
el hilo del ovillo enredado que,
sin saber a dónde, los remolca.


Es imparable; the Kiss Parade.
Es increíble; como todas las buenas noticias.

Cierra la comitiva, por hoy,
una manada de bisontes,
pezuñas imaginarias que buscan culpables,
comida, aire y agua de verdad.
Un unicornio sin cuerno que viene a reclamar.
Dice que lo llaman burro, burrito, burrillo de mar.
Unos quijotitos señores que hablan
incautos, con la amistad abierta de par en par.
Trompetas y tambores,
a su paso sonríe el narrador de las manos,
que aprieta el cigarro y los ojos de Wayne.
Carrozas cargadas de lunas,
Pastores magos, reyes comiendo gachas.
Cometas convertidos en luciérnagas.
Libélulas azules. Furgonetas llenas de algodón.
Leñadores sin hachas, hachas sin palo.
Tú y yo.
Rock and Roll.

Un forastero llamado Juan Can,
con la mano manchada de tiza,
guiando  un carro cargado de música,
tirado por mulas,
atadas con cuerdas y clavijas,    
que dejan en el barro, al andar, huellas sonoras,
veredas mudas,
muchachas solas,
arena tierna acompasada,
al ritmo de su trote,
paralelo y seco,
a la platilla húmeda y brillante del pequeño río,
del gran horizonte.

Afluente de Isla Mundo.

Cierra la procesión, por esta tarde,
que fue noche de saxo,
mi querido Franz KfK 
enfrascado en doscientos documentos,
tratando de trazar el plano definitivo,
del puente que ha de cruzar este río.
Será puente levadizo, dice él.
que dando mil vueltas, habla para sí. 
por hermosos recorridos, fantasea.
y laberintos quebradizos, juega.
nos dejará finalmente, resume. Se recrea.
quietos,
y pensativos,

al final del puente.
al principio del río.

Justo de frente,
frente por frente,

al mismo punto del que habíamos salido.

Puente demente.
Imposible detener el desfile,

Afluente de Ia Isla.
Ahí viene Annabel.






Afluente de palabras. Húmedo de voces.
¡A la corriente!
Imposible detener el desfile.

lunes, 14 de febrero de 2011

Eso es todo



a...
b...
c...
d...
e...
f...
g...
h...
i...
j...
k...
l...
m...
n...
ñ...
o...
p...
q...
r...
s...
t...
v...
w..
z...

Eso es todo.



domingo, 7 de noviembre de 2010

A galope la galaxia



Esta noche sé dónde tiene el cielo las cosquillas. Túmbate a mi lado, ¿ves?. Es negro y brillante como la barriga de un caballo sudado. 

Todo esa inmensidad nos pertenece. Sin fotos. Sin barras. Sin redes.

Esta noche sé por dónde me vienen. Sé identificar los objetos alados. Sé abarcar sin abrir los brazos. 

Toda esa inmensidad nos pertenece. La galaxia a galope. En el pecho los cascos de las constelaciones. ¿Las sientes? ¿Oyes cómo se mueven?
Son todos los potros celestes, oscuros. Ésos que esta noche y ninguna pertenecen a nadie. Ésos que esta noche y todas cabalgan a vena y rayo.

Hay que estar aquí tumbado durante horas para verlos, ¿los sientes?. Huele a heno mojado cuando remueven el cielo. ¿Es que no puedes verlos? Son manadas, son cientos. Son miles de purasangre mezclando la nuestra con la saliva del rocío. Son negros, son fuertes, con diente de astro y bufido de tormenta.

Corren de un lado para otro de la noche, a galope la galaxia en Isla Mundo. ¿Es que no puedes verlos?
    

viernes, 5 de noviembre de 2010

I put a spell on you / Nadie cierra los círculos.







Estaba solicitando permiso para aterrizar en alguna parte, para marcharme. Y ha caído Nina Simone en paracaídas, como una noche brillante llena de dientes y canciones, como una bendición. Ya no quiero ir a ninguna parte, ya no me quiero marchar. En otro paracaídas cae su piano. Nos hemos encerrado dentro los dos y hemos mordido las cuerdas de la música, un ratón negro y otro blanco roen los nervios de la rutina ,;, las costuras del tedio saltan cuando dejas desnuda frente a mí alguna buena idea / distinta. S'il vous plaît, diferente.

O dicha con clase.


He escrito tantas cartas a medias últimamente, desde aquí, desde la Isla, que creo que me falta un brazo. La letra con sangre sale. Tendré que consultar al Doctor de las Palabras:

- ¿Doctor, no me sale escribir mentiras?

- ¿Cree que ha olvidado hacerlo o es que no puede?

- Mentiría si le respondiera.

- ¿Sabe usted la diferencia entre el absurdo y el surrealismo?

- Trompeta.

- ¿Sabe usted la diferencia entre un instrumento musical y cualquier otra cosa?

- La vida es absurda. El mundo es surrealista. Y usted un puto tostón.

- ¿Ve usted un guión clavado en la garganta de sus interlocutores?

- A menudo.

- ¿Piensa que eso significa algo?

- Todo el mundo quiere ser eterno. Todo el mundo tiene hambre.

(Estuve arriba) Desde el espacio esta isla es una pastilla que se toma con el agua del mar.

(Estuve abajo) Los peces más profundos fuman en pipa y leen libros sobre la economía del océano. No creen las historias sobre hombres que les cuento y no siempre tratan bien a las sirenas. Trabajan. Pescan.

En el fondo del mar cavé unos metros y encontré una moneda de plata. Hace tiempo que empecé la colección de cosas que nadie me puede quitar. Como el miedo, eso que le dijo Don Pedro al pelotón que se disponía a ejecutarlo. Podéis quitármelo todo, menos el miedo.

La dejé allí. Me guardé la alegría de haber encontrado una moneda de plata en el fondo del mar. (Los peces profundos acudieron raudos a guardarla en el bolsillo de sus agallas). A ver cómo te lo explico...

El doctor se arrellana incómodo en el sillón, tiene los labios gordos, húmedos. Nina golpea el Fa con el culo, sin querer, y se ríe, y se ríe queriendo, ella siempre se ríe, se ríe en Sol, se ríe queriendo. Yo sigo contando mi historia... No es para usted, doctor. Es para ella.


Un ratoncito negro y otro blanco corren por el alféizar de tu ventana. Somos Nina y yo. Ella siempre va delante. Bebemos en el plato de tus macetas. Es de madrugada y es verano. Duermes ligera de ropa, cargada de sueños. El mundo se hace blando en tu almohada. Nosotros trasgueamos. Nina curiosea tus primeros coloretes, tus primeras pinturas. Yo doy vueltas en el pic-up que conservas más por adorno que por practicidad. Si fuera un disco sonaría a hámster mareado. Los hámster son los jazzmen de los ratones. Ahora Nina camina dejando huellas de base maquilladora en la madera. Me bajo y todo sigue dando vueltas. Tropiezo con las monedas que dejaste en la cómoda la noche anterior; fue la primera vez que saliste sola a la feria. Bueno, no tan sola. También tienes un ticket de la noria que guardaras para siempre. Él se quedo la otra parte. Hay tantas momentos que son para siempre con 15 años. ¿Nina está llorando? Gimotea leyendo tu diario. Y comienza a cantar, no despertará a nadie porque tiene la voz bajita de roedor. Pero a mí, que tengo orejas de roedor, me llena de tristeza. Me vuelvo a la ventana. Alzó el hocico a la luna, y olisqueo el ambiente. Los alaridos de Nina poco a poco sustituyen la nostalgia por belleza. Pero es a golpes fuertes y duele la sustitución. En la Mitología Ratonaria cada estrella es la entrada de una ratonera mágica. Y cuando todos los ratones muertos-trampeados salgan de sus escondites llenaran el cielo de pelo blanco y suave, se comerán la gran bola de queso, y todos los hombres, cegados por la luz de la blanquísima bóveda, se dormirán inofensivos e inermes como un niño en pijama, cargado de sueños. Operación Pérez fue llamada.

Dos ratones, uno blanco y otro negro, salen por tu ventana. Mañana cuando despiertes recordarás que has soñado con un piano, con millones de ratones royendo la luna, con una canción sonando en ese tocadiscos que nunca funcionó, en ese plato en el que nunca pusiste ningún disco:

I put a spell on you

'Cause you're mine

You better stop the things you do

I ain't lyin' No! I ain't lyin'


Mirarás el ticket de la noria y pensarás ‘para siempre’. Y luego regarás las plantas, sin saber por qué.

Embrujada.

Contenta y embrujada.

- ¿Es ese el concepto que tiene usted de contar verdades?

- Sí.

- Podríamos pensar que, cuanto menos, su historia resulta un tanto... inverosímil.

- Trompeta.

- ¿Por qué sigue usted viniendo a esta terapia si no cree en ella?

- Por el mismo motivo por el cual usted sigue ofreciéndosela a la gente.

El doctor se lleva la pipa la boca. Y mira al techo en tono reflexivo; hace pompas con la mirada.

- ¿Tiene usted miedo de que alguien puede apropiarse de estas conversaciones?

- ¿Y qué podrían hacer con ellas?

- Aprovecharse de su locura.

- Si usted camina descalzo y encuentra un par de zapatos en el camino, ¿qué haría?

- Lógicamente, me los pondría de inmediato.

- ¿Y si no fueran de su talla?


Nina se impacienta y acaricia sus dedos largos sobre sus piernas cruzadas. Dios mío, qué fea tan hermosa. Se ajustaba los guantes, se coloca los pliegues de su la larga falda. Caen notas. Abre el bolso y se dispone a pagar sus honorarios al doctor. Le da un billete verde (como su agenda de doctor verde). Él hombre se tienta los pantalones, la chaqueta, no tiene nada suelto para darle el cambio. Finalmente, registra su chaleco, sus costados están llenos de bolsillos, rajas de tela al costal. Por fin encuentra una moneda de plata, la mira de reojo, de un modo furtivo, y vuelva a guardársela, escamado.


- No tengo cambio, lo siento. Pero no se preocupen. La próxima sesión será gratis.

Recojo el sombrero sonriendo y nos largamos de allí. Él se sienta distraído en su propio diván y abre un libro de economía. Competitividad, pez grande, pez chico. Veganismo. ISMU 001


- Me encantan los círculos, Nina.

- ¿Porque están cerrados?

- No, porque nadie los ha cerrado.





Ella me agarra del brazo y sonríe Soul, en Sol, siempre en Sol, caminamos dos o tres calles, cinco o seis canciones, siete o diez veces.

 

- Me encantas tú, Nina.

Ella mueve el hociquillo de puro placer.

- Busquemos otra ventana. Quiero cantar.





martes, 15 de junio de 2010

More Than I Can Say



Hoy tenemos visita en Isla Mundo. Dice llamarse Nemo; corresponsal en la tierra de los pequeños placeres.



Hace tiempo que lo esperamos aunque en sus cartas, esas en las que anunciaba su visita, decía que él ya estaba aquí. Que siempre estuvo. Que nunca se fue. Que lleva una piedra en el bolsillo de la Montaña de los Idiotas.

Nemo, cronista de las glorias cotidianas. Te esperamos. Hay dos copas que multillenar en la bodega de los homenajes. Dos medios hacen un entero.  Y aunque estemos mal terminados, aún seremos de bronce, si bebemos vino a las once. Amarillo. Claro.

He barrido la playa con la hojas de una revista atemporal; debajo de la arena había azulejos de un patio andaluz. He engominado las palmeras con fresa y le he pedido a Escher que dibuje unos carteles de bienvenida para ti; todos los pájaros negros, todos los peces blancos. Lo seguiremos haciendo así hasta confundir. Buddy Holly está avisado: Not Fade Away,  en cuantito te vea entrar. Mailman bring me no more bluesFool's Paradise, después.

I was lost in a fool's paradise.

Good and lost in a fool's paradise.


Sacando brillo al pico de las gaviotas, con la manga de la camiseta de TXA, me han picado tres o cuatro. Tengo heridas las manos. Me he vendado los ojos. Es igual. Tampoco puedo mirar si vienes por el catalejo porque en la última fiesta lo llenamos con ron. Y de la torre de control nunca llegan noticias ciertas, los aviones plateados se despistan, quizá no fue buena idea comprar el material para su construcción en Babel. ¿Capitán, te queda mucho para llegar?

(Caminé de punta a punta de la costa. Me mordí los nudillos. Me asomé al anti-faro y no aparecías. Enarbolé dos nubes blancas. Pinté de rojo todas las rocas. Hice la colada de las sábanas blancas para poner nuestras pelis favoritas de cine negro, ¿Capitán, te falta mucho para llegar?) 

Música en I.M. Bien. Te ofrezco el siguiente programa:


[RELAX] Caminando alrededor de ninguna parte, buscándole el ritmo a la vida bajo la falda. Paseando. Sin más. ¿Sabes lo que te quiero decir? Sin aspiraciones / esto es: dejando de apretar los dientes y conteniendo la respiración. Un, dos, un, dos. La ambición nos servirá para regar las cunetas. Amapolas; irreverentes.   

[REVANCHA] También tenía preparados algunos mensajes groseros que mandar en botellas de cristal fino, de esos que se rompen en las manos de quien los recibe, pero nos las vamos a arrojar al mar. Que NO. Las guardaremos para recordar las cosas que no nos gustan. Que SÍ. No vamos a ensuciar las olas, hoy no. >Recuerdo una noche en que todos se peleaban, nos fuimos con dos tequilas al mar, brindamos a oscuras por nuestra amistad. Cuando regresamos ya no discutían. A veces sólo es cuestión de esperar bonito. De esperar bien<.
Nemo, periodista en verso de los días agradables. Fotógrafo de lo bueno, sin carrete ni negativos.

[DESINTOXICACIÓN CIVIL] La institución. Vosotros que todavía no habéis entrado en la institución... El bueno de Juanito, el mejor narrador oral de la isla, nos ofrecerá la terapia. Lo oiremos sentados, anucados contra la pared, y cuando termine no tendremos nada que añadir. Todo estará bien dicho. Sólo tendremos ganas de escribir postales. Los grillos entonarán, No More Than I Can Say, y todos lloraremos una vez más de emoción. Uoh, uoh, hey, hey. Cuando la botella era el catalejo para probar el cielo, alzábamos el cristal las noches de verano...  ¿Es así la traducción? ¡Qué más da!

Llevo todo el día de este año esperando que llegues a tu isla. Si no te yo doy la Bienvenida, ¿Mocho, quién coño me la va a dar a mí cuando salga? 





Estoy aprendiendo, todos los días, estoy aprendiendo.
La tristeza es un bloc de notas con tapas azules.
Estoy aprendiendo, todo el tiempo.
Tengo sol y tenemos caminos.
Qué empeño en llenar la casa de sillas,
si sólo nos podemos sentar en una.
Qué empeño en sentarse en una silla,
el mundo está lleno de suelo.
Estoy aprendiendo, todos los días, estoy aprendiendo.
Uoh, uoh, hey, hey.


jueves, 20 de mayo de 2010

Reformas / Radicando




Reformas en Isla Mundo. Estoy pintando las paredes con colores del siglo pasado para joder. Estoy harto de tanta fingida modernidad. Voy a ser antiguo en la cama. Tengo ganas de cambiar el papel de mi habitación. Voy a forrarla con los folios de mis fracasos para ganar espacio. Todas las batallas perdidas tienen de bueno..que. han terminado.

TODAS LAS BATALLAS PERDIDAS TIENEN DE BUENO QUE HAN TERMINADO

Una retirada a tiempo son 100 disparos en la espalda. A la Luna 2 le hemos cambiado la bombilla por una de luz de bohemia. Es tan bonita que se funde pronto. Brilla tanto que ya está apagada. Qué barbaridad. A cuánto está la luz _ _ _  Las noches sin luna.

El césped azul. Por capricho. Por descontado. Siempre azul. Por supuesto. Las rocas rojas. Y una cuerda de plata atravesando el horizonte para que te desnudes y lo cruces. Qué imagen tan hermosa, ¿tuya o mía?

La noche de los corazones limpios mantuve el equilibrio, bailaba quieto en la comisura de dos sonrisas. No tuve tiempo de demostrarte lo que era la equidistancia porque se rompió cuándo me acerqué a explicártela. De todas las noches me quedo con la que se hizo día. No puedo darte nada pequeño porque todo lo haces grande. Hay música en los giros de los planetas y tú te bajaste una canción a las piernas. Para marcharte y hacer el camino. Descarga ilegal.

Reformas. Anulacióndetodoloelectrónico. Menos las guitarras eléctricas de cuando recién las enchufaron.  Robert, Muddy y John, Slim... hambre, pequeños amplis, unas pocas monedas _ Las noches de las frases nunca iguales repetidas.


                              Con huellas rojas llegaré hasta mi Istmo. Y allí leeré mil quinientos cuentos chinos.  Alimentado durante un mes de rabos de moraleja, beberé el jugo de las raíces cuadrada. Radicando.


Aún tendré tiempo para buscarte una frase amable del repertorio. Aunque no podrás leerme los labios cuando te la diga porque llevaré un pañuelo de cuatrero, tendré la nariz polvorienta, y los ojos rojos, rendijas de pelo harán fuego, despidiendo brillo, despidiéndose.


Voy a robarte el ganado y no te vas a dar ni cuenta.  Estoy furioso. Voy a quedarme con cada una de las ovejas que cuentas por las noches.



(Y después las pondré en libertad.)






miércoles, 28 de abril de 2010

Z



Estoy viajando en el tiempo: escribo.

viernes, 23 de abril de 2010

Nueva Salida






Hablando deprisa tanto que no te puedo seguir probando nuevas formas de comunicar tanto que no las vamos a repetir escritura automática autoengaño autoyo au. Brazas necesarias para navegar la sonrisa debajo del bigote el mar. Días convenidos medidas temporales aplausos dónde están las manos las mías sobre el teclado. Espulga el pajarillo sobre el lomo del elefante busca comida entre las pieles grises. Ya lo estás pensando demasiado no debería ser así piensa en las palabras que tienes que repetir y tiembla tiembla indigesto de signos de puntuación tirita tirita buscando alimento sobre la piel seca   La Tierra. Demasiados experimentos pueden resultar funestos dijo el investigador del aire cayendo en picado muerto machucado. Ojalá supiera en cada momento en qué momento está. Busco los acentos busco las palabras al pie de una foto de una foto sublime que no debería comentar. Busco surfear la música la onda del swing la linea delgada de la guitarra de B.B King everyday i have the blues everyday i have the blues. Nadie no me entiende. Nadie no. Naide. Gaseosa burbujas y un tapón azul días de auténtico verano la higuera la higuera y las ruinas luego las ratas la higuera y los tejados el sol las noches bebiendo noche las bebidas consumiendo noche. Luego los coches la ciudad. Si pudieres leerme tan rápido como te miro yo si supieras los esfuerzos innecesarios la cama sería todo el tiempo. A golpes a golpes de ritmo una bola de acero del mejor barco demolerá tu casa hasta hacerte comprender que no hay casa ni cosas ni tú sin ti. Empeñado en ser los demás hay un estanque lleno de monedas en tu interior si me miras a los ojos deberás volver tendrás que regresar hay un fuente que nunca se seca justo justo justo allí donde nadie puede alcanzar a beber. 



jueves, 15 de abril de 2010

Atardecer frente al Mar Imaginado. Canción para Nemo.




Me gusta que las nubes se muevan rápidas y mirarlas. En días así ellas hacen todo el trabajo de composición. Me gusta observar a los pájaros, ignorando sus especies igual que ellos me ignoran a mí. Describirlos al vuelo. Llamarlos con nombre de persona con la agradable certeza de que nunca acudirán.

Me gustan las tardes largas que mordisquean a la noche dejándola roída de estrellas. Me gustan las palmeras genuflexas a brisas encabritadas. Me gustan las hojas verdes (e inocentes) haciéndose negras (y malvadas) sin dejar de ser iguales: Hojas verdes e inocentes que se vuelven negras y malvadas.

Me gusta que el mar empiece a desdibujarse en la oscuridad viéndose obligado a definirse sólo con el ruído. Tremendo ruído ése, donde el leve roce termina siendo voz acumulada de cientos de murmullos / atronadora herida del silencio. De la que nace todo. Que dará paso a  sentir  vivo (y fuerte / y bravo / y furioso) lo que siempre ha rodeado esta isla, ese Mar Imaginado.

Me gusta la noche indefinida. Me gusta que se haga esperar como esa gran actriz que es,  debutante perenne de una sóla función. Me gusta que la luna y el añil convivan. Me gusta que el día muera lentamente dejando en herencia cuerpos celestes, gallos y salamanquesas. Manías.

Me gusta esperar sentado a que todo esto ocurra. Y no hablarlo con nadie. Como el aquel (´) que contemplaba absorto el cuadro mientras cientos de visitantes pasaban por delante de la pintura esperando que el arte los mirase a ellos. Y el arte no mira. Y el arte no ve. El arte es.

Me gusta cerrar el libro cuando las últimas palabras se hacen ilegibles por la falta de luz y continuar la historia con la historia cerrada sobre las rodillas. Me gusta cerrar los ojos cuando todo se vuelve sombra e iluminar ideas brillantes con bombillas amarillas de feria. De feria vacía de gente. Verbena reventada. El gusto de la paz. Calles llenas de papeles. Un balcón.

Me gusta dormirme con el ocaso inyectado en la vena. Vacuna contra la monotonía de los que  solamente ven monotonía.  Me gusta oír a mis amigos alrededor pasándose la botella marrón fresca y comunitaria, arrojándose el sol los unos a los otros como un balón naranja.  Una  broma de fuego. Saberme seguro entre ellos que gritan y ríen y siempre tienen oídos para mis silencios y brazos para mis navegaciones.

Me gusta sentir a Nemo decir que no hay mejor sitio para estar que en Isla Mundo. Y verlo abrir los brazos fiero y vociferar suave de placer como el gato de Kerouac. Aggghhh...poyar  luego la cabeza en el hombro de la estética parsimoniosa (o de un pirata amigo) y sonreir satisfecho de haber visto caer otra moneda ardiendo en la hucha del horizonte. Montañas lejanas y ajenas son su alcancía. ... Que no hay sitio mejor que éste. Él, que ha recorrido el mundo entero y sus excelencias. Y que siempre vuelve, con una historia  traducida de regalo, a ver nuestras caras de sorpresa ante los prodigios exteriores, sin dejar de contar en la lontananza su capital en soles, repasando, tarareando muy tranquilo, su cartilla de rimas preferidas en el banco del viejo molino de viento.     


Me gusta que las noches sean cuevas y durmiendo volver a ser como fueron los primeros hombres. Me gusta que las palabras sobre la tarde vayan languideciendo hasta no decir nada, aunque sigan sonando lejos, ya poco. Ya nada.

Me gusta. Eso es todo, quería decírtelo antes de que anocheciera.