En Isla Mundo, en ocasiones, debido a la Luna y a las mareas, también nos arrepentimos de haber sido hombres. Son momentos de flaqueza intelectual. Precedidos de fuerza animal. Corremos a beber a los arroyos, nos subimos a los árboles y nos quitamos los pantalones; nuestras rodillas sangran de arrastrarlas por el suelo. Irritamos las gargantas diciendo nada. Y nada dicho muchas veces es una jauría aullando.
No suelen durar mucho nuestros accesos de animalización. A lo sumo una noche y un día: lo justo para hablar de política y aparearnos.
No suelen durar mucho nuestros accesos de animalización. A lo sumo una noche y un día: lo justo para hablar de política y aparearnos.
Motín del Té. Boston (1773)
-¡Ah de la Isla Mundo!
ResponderEliminar(Grita un sátiro desde la ventana encendida; su corazón es vicioso y nunca pudo amar)
-¡Clamo a Dios agitando un árbol, y llueven podridas las manzanas! ¡Odio la sal del agua y las heridas!
Odia la tierra firme y el altamar. Vivir así no es navegar.