sábado, 10 de enero de 2009

Cuando se acaba el té

En Isla Mundo, en ocasiones, debido a la Luna y a las mareas, también nos arrepentimos de haber sido hombres. Son momentos de flaqueza intelectual. Precedidos de fuerza animal. Corremos a beber a los arroyos, nos subimos a los árboles y nos quitamos los pantalones; nuestras rodillas sangran de arrastrarlas por el suelo. Irritamos las gargantas diciendo nada. Y nada dicho muchas veces es una jauría aullando.
No suelen durar mucho nuestros accesos de animalización. A lo sumo una noche y un día: lo justo para hablar de política y aparearnos.

Motín del Té. Boston (1773)

1 comentario:

  1. -¡Ah de la Isla Mundo!
    (Grita un sátiro desde la ventana encendida; su corazón es vicioso y nunca pudo amar)
    -¡Clamo a Dios agitando un árbol, y llueven podridas las manzanas! ¡Odio la sal del agua y las heridas!
    Odia la tierra firme y el altamar. Vivir así no es navegar.

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