Estaba solicitando permiso para aterrizar en alguna parte, para marcharme. Y ha caído Nina Simone en paracaídas, como una noche brillante llena de dientes y canciones, como una bendición. Ya no quiero ir a ninguna parte, ya no me quiero marchar. En otro paracaídas cae su piano. Nos hemos encerrado dentro los dos y hemos mordido las cuerdas de la música, un ratón negro y otro blanco roen los nervios de la rutina ,;, las costuras del tedio saltan cuando dejas desnuda frente a mí alguna buena idea / distinta. S'il vous plaît, diferente.
O dicha con clase.
He escrito tantas cartas a medias últimamente, desde aquí, desde la Isla, que creo que me falta un brazo. La letra con sangre sale. Tendré que consultar al Doctor de las Palabras:
- ¿Doctor, no me sale escribir mentiras?
- ¿Cree que ha olvidado hacerlo o es que no puede?
- Mentiría si le respondiera.
- ¿Sabe usted la diferencia entre el absurdo y el surrealismo?
- Trompeta.
- ¿Sabe usted la diferencia entre un instrumento musical y cualquier otra cosa?
- La vida es absurda. El mundo es surrealista. Y usted un puto tostón.
- ¿Ve usted un guión clavado en la garganta de sus interlocutores?
- A menudo.
- ¿Piensa que eso significa algo?
- Todo el mundo quiere ser eterno. Todo el mundo tiene hambre.
(Estuve arriba) Desde el espacio esta isla es una pastilla que se toma con el agua del mar.
(Estuve abajo) Los peces más profundos fuman en pipa y leen libros sobre la economía del océano. No creen las historias sobre hombres que les cuento y no siempre tratan bien a las sirenas. Trabajan. Pescan.
En el fondo del mar cavé unos metros y encontré una moneda de plata. Hace tiempo que empecé la colección de cosas que nadie me puede quitar. Como el miedo, eso que le dijo Don Pedro al pelotón que se disponía a ejecutarlo. Podéis quitármelo todo, menos el miedo.
La dejé allí. Me guardé la alegría de haber encontrado una moneda de plata en el fondo del mar. (Los peces profundos acudieron raudos a guardarla en el bolsillo de sus agallas). A ver cómo te lo explico...
El doctor se arrellana incómodo en el sillón, tiene los labios gordos, húmedos. Nina golpea el Fa con el culo, sin querer, y se ríe, y se ríe queriendo, ella siempre se ríe, se ríe en Sol, se ríe queriendo. Yo sigo contando mi historia... No es para usted, doctor. Es para ella.
Un ratoncito negro y otro blanco corren por el alféizar de tu ventana. Somos Nina y yo. Ella siempre va delante. Bebemos en el plato de tus macetas. Es de madrugada y es verano. Duermes ligera de ropa, cargada de sueños. El mundo se hace blando en tu almohada. Nosotros trasgueamos. Nina curiosea tus primeros coloretes, tus primeras pinturas. Yo doy vueltas en el pic-up que conservas más por adorno que por practicidad. Si fuera un disco sonaría a hámster mareado. Los hámster son los jazzmen de los ratones. Ahora Nina camina dejando huellas de base maquilladora en la madera. Me bajo y todo sigue dando vueltas. Tropiezo con las monedas que dejaste en la cómoda la noche anterior; fue la primera vez que saliste sola a la feria. Bueno, no tan sola. También tienes un ticket de la noria que guardaras para siempre. Él se quedo la otra parte. Hay tantas momentos que son para siempre con 15 años. ¿Nina está llorando? Gimotea leyendo tu diario. Y comienza a cantar, no despertará a nadie porque tiene la voz bajita de roedor. Pero a mí, que tengo orejas de roedor, me llena de tristeza. Me vuelvo a la ventana. Alzó el hocico a la luna, y olisqueo el ambiente. Los alaridos de Nina poco a poco sustituyen la nostalgia por belleza. Pero es a golpes fuertes y duele la sustitución. En la Mitología Ratonaria cada estrella es la entrada de una ratonera mágica. Y cuando todos los ratones muertos-trampeados salgan de sus escondites llenaran el cielo de pelo blanco y suave, se comerán la gran bola de queso, y todos los hombres, cegados por la luz de la blanquísima bóveda, se dormirán inofensivos e inermes como un niño en pijama, cargado de sueños. Operación Pérez fue llamada.
Dos ratones, uno blanco y otro negro, salen por tu ventana. Mañana cuando despiertes recordarás que has soñado con un piano, con millones de ratones royendo la luna, con una canción sonando en ese tocadiscos que nunca funcionó, en ese plato en el que nunca pusiste ningún disco:
I put a spell on you
'Cause you're mine
You better stop the things you do
I ain't lyin' No! I ain't lyin'
Mirarás el ticket de la noria y pensarás ‘para siempre’. Y luego regarás las plantas, sin saber por qué.
Embrujada.
Contenta y embrujada.
- ¿Es ese el concepto que tiene usted de contar verdades?
- Sí.
- Podríamos pensar que, cuanto menos, su historia resulta un tanto... inverosímil.
- Trompeta.
- ¿Por qué sigue usted viniendo a esta terapia si no cree en ella?
- Por el mismo motivo por el cual usted sigue ofreciéndosela a la gente.
El doctor se lleva la pipa la boca. Y mira al techo en tono reflexivo; hace pompas con la mirada.
- ¿Tiene usted miedo de que alguien puede apropiarse de estas conversaciones?
- ¿Y qué podrían hacer con ellas?
- Aprovecharse de su locura.
- Si usted camina descalzo y encuentra un par de zapatos en el camino, ¿qué haría?
- Lógicamente, me los pondría de inmediato.
- ¿Y si no fueran de su talla?
Nina se impacienta y acaricia sus dedos largos sobre sus piernas cruzadas. Dios mío, qué fea tan hermosa. Se ajustaba los guantes, se coloca los pliegues de su la larga falda. Caen notas. Abre el bolso y se dispone a pagar sus honorarios al doctor. Le da un billete verde (como su agenda de doctor verde). Él hombre se tienta los pantalones, la chaqueta, no tiene nada suelto para darle el cambio. Finalmente, registra su chaleco, sus costados están llenos de bolsillos, rajas de tela al costal. Por fin encuentra una moneda de plata, la mira de reojo, de un modo furtivo, y vuelva a guardársela, escamado.
- No tengo cambio, lo siento. Pero no se preocupen. La próxima sesión será gratis.
Recojo el sombrero sonriendo y nos largamos de allí. Él se sienta distraído en su propio diván y abre un libro de economía. Competitividad, pez grande, pez chico. Veganismo. ISMU 001
- Me encantan los círculos, Nina.
- ¿Porque están cerrados?
- No, porque nadie los ha cerrado.
Ella me agarra del brazo y sonríe Soul, en Sol, siempre en Sol, caminamos dos o tres calles, cinco o seis canciones, siete o diez veces.
- Me encantas tú, Nina.
Ella mueve el hociquillo de puro placer.
- Busquemos otra ventana. Quiero cantar.