domingo, 8 de junio de 2014

28 de mayo. Luna nueva.

Las olas traen y llevan mi cabeza decapitada. Debo estar tragando sal. Ya lo hacía cuando la tenía pegada al cuerpo.
El cuerpo, decapitado, semi___enterrado en la arena de la playa.
El viento, encabritado, haciendo castillos en él
con mi piel y su arena. Putas canciones de verano. Hundirían tres Titanes.

Las hormigas recorriendo los caminos de conchas y de sangre. Surcos de coral. Un palacio de barro y músculo. Firme y inerte. Sí, y inerte.

Mientras mi cabeza sigue a la deriva. Yendo y viniendo sobre las olas. Llenándose de las ideas del mar. Pensamientos desmembrados. Sal en las neuronas. Sol en los ojos. Abiertos. Cerrados. Resaca. Marea.

En cualquier caso. Partido en dos. He regresado a mi isla. Por fin. Aquí puedo estar tranquilo. En dos. Tranquilo. Solo. Sin números de mierda. Sin canciones del verano.

Cuando me canse de jugar me recompondré OTRA VEZ y volveré a caminar por la orilla. Porque aquí hago lo que quiero. Saco el hacha y no me corto. Esto esto es un juego de palabras; algo sangriento.

Destrozado de vida real ::: siempre es todo mentira. Las guillotinas cortan cabezas nunca ideas.

Y esto es todo idea; qué importa que las más divertidas no estén siempre sobre los hombros. Los hombros solo sirven para encogerse, para llevar loros y para que salga pelo. Pero si son de mujer...
... ¡Oh! El maldito dragón tragón, dios Maya, ¡vaya! ...





-  ¿Y qué saben ellos de ti para preocuparte tanto? - Me dice la serpiente al oído (yo creo que me está comiendo la cabeza) -- ¿Qué saben ellos de Faulkner para que le dediques tanto tiempo? ¿De los ocasos en el depósito? ¿De mí?

En verdad lleva razón la bicha.

- ¿Voy a darte un consejo?

- Pensaba que ibas a darme bocado.
- Eso también.

- Muérdeme primero. He oído hablar bien de tu veneno.

- Yo mato por constricción. Lo de comer es cosa de vicio. Y ahora cállate y escucha lo que tengo que decirte.

- No podría dejar de escucharte. Tengo la oreja literalmente dentro de tu garganta.

- Cuando te decapite. Te separe de tu parte capital. Y te arroje al suelo dividido en dos.

- Abreviando que se me caen las piernas.

- Cuando todo eso pase tendrás tiempo de pensar de dos formas distintas. Por un lado el corazón y por otro la cabeza. No es lo mismo. Me he comido a muchos cirujanos. Créeme. Lo dicen, pero no es lo mismo. Hay un cerebro dentro de ventrículo derecho y un corazón enterrado en la corteza cerebral. Pueden razonar independientemente...

- Pendo de un pellejo... No estoy en condiciones de llevarte la contraria... Acorta (más)

- Cuando caigas piensa que hay dos mitades en el mundo, dos mitades, dos mitades para todo. El mérito no es saber separarlas. No es dividirlas y analizarlas, pues eso sólo podemos hacerlo divinidades como yo. El verdadero éxito para ti es poder conciliar ambas lados, reconstruir las dos caras del muro. Saber hacer uno de dos hará que no necesites nunca ningún otro número más. 

- ¡Me caigo en dos!

- Cuando lo hagas, y razones, ¡recomponte!

- ¿Cuál es tu nombre?

- ¡RECOMPONTE!

- ¿Pero cuál es tu nombre?

- Ahora me llaman Quetzalcoatl. Pero tú puedes llamarme Enrique. Pero caes. 
  Callas. 
              ¿Ya razonas?




Las olas traen y llevan mi cabeza decapitada. Debo estar tragando sal... ¿Cómo he llegado hasta aquí partido en dos pedazos?